LA NAVIDAD

 

No voy a hablar del sentido que la Navidad debería de tener porque entonces la crítica no tendría ningún chiste.  Quiero hablar del sentido que las fiestas han tomado últimamente y no me refiero a los últimos 10, 20 ó 30 años sino a los últimos 1900 años aproximadamente.  Como siempre hago la aclaración, para aquellas personas que se sienten la excepción de la regla, hablo del 99.99 % de la gente para que el convenenciero se sitúe en el porcentaje restante.
La Navidad es simplemente una época maravillosa... para los comerciantes, para los hoteleros, líneas aéreas y agentes de viajes y para los niños cuyos padres tengamos la suerte de poder comprarles juguetes.
Todo empieza cuando llegan los "arbolitos" a las tiendas mas conocidas y la gente corre,  ¡desde mediados de noviembre! a comprarlo y comienza el calvario navideño de sacar las series de foquitos de sus cajas, que obviamente nunca sirven completas, lavar los tapetitos que apestan a rayos (y siguen apestando aun después de lavados), desempolvar los adornos que se colgarán del arbolito y los que se pondrán como decoración.  El clásico pié de árbol bordado en lentejuelas, el "camino de mesa" y el infalible forro para la tapa del excusado con la imagen del Santa Claus tapándose los ojos cuando lo destapas.  Es curioso que algunas persona todavía tienen puestos sus adornos de "Halloween" y los vecinos ya llenaron de foquitos la casa.  Pobres (o dichosos) de mis hijos que tienen una madre tan poco "navideña".
Y tan tempranas como la llegada de los arbolitos, son las felicitaciones de algunas personas ociosas, que no tienen nada mejor que decir y comienzan a decir:Felicidades, felicidades, a todo el que se cruza por su camino, ¡desde mediados de noviembre hasta fines de febrero!
Luego vienen las posadas y los festivales escolares.  Nuestros niños no están acostumbrados a las tradiciones mexicanas porque nosotros no hemos querido que así suceda y porque hemos tomado la actitud de "querer rescatar las tradiciones" como si fuera algo que nos rebaja pero estamos dispuestos a hacer.   Pero mucho peor que "hacerle el favor" a las tradiciones, es darles en la torre con pastorelas que más que parecer graciosas ridiculizan la tradición y dan pena ajena.
Es clásico de la mayoría de las escuelas de Mérida, representar pastorelas que a los padres de familia no nos queda mas remedio que ir a ver, porque a fin de cuentas son nuestros hijos los que en ellas actúan.  Para empezar, el primer "gran" chiste insertado en la obra, consiste en cambiar el nombre de Belén por el de Chelem;  como dirían los niños de ahora, nada que ver.  ¿Pensarán los encargados de escribir los guiones, o de cambiarlos, que ese chiste es muy gracioso?  Todavía si fuera la primera vez que se oye, pero año con año el mismo trillado diálogo.   Y ¿qué decir del acento que los niños utilizan para representar la pastorela?, un aporreado forzadísimo, tipo anuncio de radio de la zapatería Capri.  ¿Será que no se han dado cuenta los maestros de educación artística que los yucatecos hablamos aporreado sin tener que esforzarnos?   Y para rematar las fiestas navideñas en la escuela, los niños tienen que ir vestidos de pastorcitos con  ¡un trapeador encima!  Si, si, si, ¿para qué?   Si se trata de representar a los pastores que fueron a ver al niño Jesús, no creo que en esa época ya se conociera la jerga.  ¿Será que los festivales escolares navideños son una especie de castigo para los padres?  Estoy pensando que este tema podría merecer toda una crítica aparte especializada en festivales...tal vez más adelante.
Bueno, pues retomando el tema que nos atrae en esta ocasión, la Navidad, y pasando las posadas, que las más de las veces son solamente un pretexto para "agarrar la jarra", comenzamos a entrar en el dilema de las familias de ¿dónde vamos a pasar la Noche Buena? ¿en casa de quién toca ensartar la cena? Tarán, tarán, tarán este año le tocó la suerte aaaaaaaaahh  ¡¡al tío Pepe!!, claro que los matrimonios que tienen familia por las dos partes, comienzan el pleito de cada año: -"el año pasado cenamos con tu mamá, ahora toca este año cenar con la mía y luego vamos a felicitar a la gente en tu casa, mi amor"-  ó -"pasamos a felicitar a tu familia y cenamos en mi casa porque la comida está mejor"-.  Simplemente sensacional, en resumen esta pobre gente se pasa la Noche Buena dividida en dos fiestas y sin gozar ninguna de las dos porque cada bando está más pendiente del reloj que de la chorcha.
Otro curioso tema de estas fiestas son los "cohetes", "voladores", "bombitas" o como quieran llamarle, que no son más que un peligro para los chamacos, sobre todo si tienen una mamá taaaan inteligente como yo, que en una ocasión en que mis hijos compraron una bolsa de los famosos garbanzos con pólvora, les quité todo el aserrín que traía la bolsa "para que no hagan basura".  Demasiado tarde entendí que el aserrín es para que los garbanzos no hagan fricción entre sí y estallen todos juntos;  afortunadamente no pasó de ser una quemada grande y un pretexto para desterrar de nuestras vidas para siempre las "bombitas".  O el simpático de mi vecino que cuando "se pone alegre" en una fiesta le da por tirar "palomas" que cuando estallan despiertan a todo el vecindario.  La última vez que cayeron tres en mi patio, hasta le pregunté a mi marido si teníamos algún enemigo que nos estuviera amedrentando por algo, hasta que supimos que era la "alegría" del vecinito.
Han dado las 12 (porque no puede ser ni un minuto antes ni otro después) y comienzan los abrazos de felicitación, ¿de qué nos felicitamos exactamente?, abrazas a tus seres queridos y también a la gente que te cae bien y, ni modo, a la que te cae mal, porque ya sabemos que la Navidad es época de olvidar los rencores (puedes odiar el resto del año, pero a las 12 de la noche del 24 de diciembre está prohibido).
Bueno, pues después viene la hora de la cena navideña en la que nunca he entendido ¿¿por qué cocinan pavo??  No hay animal más desabrido, más seco y más malo para comerse que el pavo,  ¡¡por favor!!, claro que me dirán, "es que bien guisado está bueno", fó, para que el pavo tenga sabor, hay que ponerle 3,567 ingredientes y luego sucede, cuando menos en mi familia, que nos da el mes de marzo y seguimos comiendo pavo, ya sea transformado en mole o en tortas. ¡NO QUIERO PAVO!l  Claro que Yucatán ha hecho su aportación al mundo culinario de la cena de Navidad con platillos como el "sanguichón", la hojaldra de jamón y queso, el pavo en escabeche rojo, etc.
Pasando al tema de los regalos y recordando la época en que no había crisis y todos le regalaban a todos, ahora muchas familias han optado por hacer el famoso "intercambio de regalos".  Claro que la experiencia de la que voy a hablar es personal, pero en la mayoría de los casos, regalas cosas que a la otra persona a lo mejor ni le gustan y siempre recibes algo que nunca te hubieras comprado.  Mi papá siempre dice en estos casos que a él debemos regalarle "brassieres" porque luego terminamos cambiando sus regalos por algo para nosotras.  Nunca podré olvidar una de las Navidades más traumáticas de mi vida, hace como tres años en la que estábamos haciendo el intercambio familiar y todos recibían contentos sus regalos:  un perfume,  una blusa,  un carro de control remoto,  una pulsera, etc. Y tarararán me toca el turno de recibir mi regalo... ¡MI REGALO! ... era ... ¡¡UN JUEGO DE SABANAS!!, ¡¡UN JUEGO DE SABANAS!!,  qué trauma.  Por poco me caigo muerta en el intercambio; que te regalen un juego de sábanas equivale a que tu esposo te regale una plancha en tu cumpleaños.  Desde entonces le tomé cierta fobia a los intercambios y adopté la política de regalar no lo que yo piense que le gustaría al que lo recibe, sino, lo que me gustaría que me regalaran a mí, aunque suene egoísta creo que es la mejor manera de atinarle.
Después todo el mundo se va a su casa dejando a los anfitriones con todo el "paquete" de recoger la casa y encima de todo eso, al día siguiente,  ¡toma! viene el "nach".  Cuando todavía no has podido terminar de recuperarte de la desvelada, todos con cara de crudos y con ganas de acostarse a dormir, regresan para acabar con las sobras de la noche anterior.  El único punto positivo que le encuentro a la Navidad podría insertarse por acá:  las caras de los niños cuando abren sus regalos o cuando descubren lo que Santa Claus les trajo, el goce de saber que "Santa" le atinó a lo que pidieron y corren a sacudirte a tu cama para que vayas a ver la maravilla que hay junto al arbolito.  Y tú te levantas, arrastrándote como trapeador porque casi te acabas de dormir, con la piyamita de franela, porque aunque haga calor, ¿cuándo la vas a usar si no es en esta época? Y vas al pié del árbol con tus hijos y pones cara de sorpresa y de que no tenías la menor idea de lo que iba a suceder.  Esto para mí, es el único sentido que tiene la Navidad; claro que mi opinión es una entre millones y todas son respetables, nada mas que la crítica la escribo yo.
Así se siguen sucediendo las cosas año con año y cuando llega el mes de enero, entonces nadie quiere ayudar a quitar  todo el decorado navideño y hay a quienes casi les llega el mes de abril y no se han decidido todavía (cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia).
 


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