UNA HISTORIA VERDADERA
Los personajes de esta historia:
(los nombres han sido cambiados
pues se trata de una historia de la vida real y quiero guardar la privacidad
de los personajes).
Alejandra: Una chica que da la idea de que todo le vale, pero no es así, al contrario, todo le impresiona y le deja huella.
Víctor: El novio de Alejandra, un chavo buenísima onda que está dedicado, principalmente, a chuparle la sangre a Alejandra, ja ja ja.
Raúl: Un hombre humilde que trabaja como “rotulista”.
Nuestra historia comienza aquí....
Alejandra y Víctor han
sido novios desde hace....... más bien creo que han sido novios
por siempre, cuando menos desde que yo tengo uso de razón y hace
algún tiempo tenían juntos un negocio de publicidad.
Alejandra se distingue por un don de gentes extraordinario, no por nada
le fue otorgada la muy meritoria medalla a “la amiga universal” en la escuela.
En este negocio en el que trabajaban juntos, generalmente usaban los servicios
de un “rotulista”, Raúl, que le tomó especial cariño
a Alejandra con el correr del tiempo, por lo que un día, al mediodía,
les dijo que quería invitarles una cerveza, para hablar con ella
en especial, y hacerle una proposición.
Desde ese momento Víctor
comenzó a pellizcarle la pierna a Alejandra para tratar de decirle
que no fueran y le hacía señas para que no aceptara la propuesta,
pero ella pensó que lo que su novio no quería era simplemente
ir a tomar una cerveza con Raúl, por lo que, terca como es, por
supuesto que aceptó. Así se fueron los tres a un sitio
de los que abundan en nuestra ciudad, de esos que por una cerveza te traen
a la mesa 40 platitos de botana y conforme vas pidiendo más y más
cervezas, la categoría de la botana va en aumento.
Bueno, pues regresando
a nuestra historia, y a la cuarta cerveza, Raúl comienza a decirle
a Alejandra que él la apreciaba mucho y que le había tomado
cariño al paso del tiempo y por eso quería que le hiciera
un enorme favor y, para él un gran honor, de ser la madrina de bautizo
de sus dos hijitas que hace poco habían nacido. Para este
momento Víctor ya le había dejado la pierna morada
por debajo de la mesa a Alejandra, tratando de hacerle señas para
que no aceptara de nuevo y ella, empeñada en no hacerle caso, aceptó.
Preguntó cuando sería y Raúl le dijo que en ese momento
harían el viaje a su pueblo para conocer a las niñas, las
gemelitas. Se subieron al coche y comenzaron el viaje a la casa de
Raúl, pero la sorpresa empezó a crecer cuando los dirigió,
en vez de a su casa, al cementerio del pueblo!!!!. Se bajaron los
tres y Raúl señaló una tumba, explicándole
a Alejandra que allí estaban sus gemelitas que habían muerto
al nacer y que no había habido tiempo de bautizarlas. No quiero
decir que Alejandra comenzó a llorar y a llorar de la impresión
y el pobre de Raúl no sabía que hacer. Por supuesto
el bautizo no se llevó a cabo, cuando menos con Alejandra como madrina,
y el que cargó con toda la culpa de esta historia fue el pobre de
Víctor “por no haberle advertido” a Alejandra que se trataba de
unas niñas difuntas. Lo mejor de la historia es que cada vez
que Alejandra y Víctor la cuentan juntos, ella se pone a llorar
de nuevo, claro, ahora entre risas también. ¿Les gustó?
La gran ventaja de los mexicanos es que tenemos la característica
de reírnos aún de la muerte y de estas situaciones.