EL CHISME EN YUCATAN

Aunque algunos digan lo contrario, a todos nos encanta el chisme.  Aunque haya gente que diga que no le gusta enterarse de la vida de los demás, por dentro está diciendo  ¡por favor, cuéntame más!   Y es que no puedo explicar por qué razón, en los países latinos nos gusta tanto saber los detalles de la vida de otras personas,  y si esos detalles son escabrosos, rebuscados o escondidos,  ¡pues qué mejor!
Creo que esta es una característica, sobre todo de las ciudades o comunidades pequeñas ,  de una sociedad un poco, o bastante cerrada,  en la que sucesos como los embarazos fuera del matrimonio,  los divorcios,  los "cuernos",  la homosexualidad,  los abortos,  etc.  son sucesos que escandalizan.   Y aparte de que es producto de la desocupación, esta afición por el chisme,  en pocas palabras,  es algo realmente sabroso.   Es muy simple,  la persona que no quiera ser producto de estas historias,  pues que no cuente sus detalles o que no dé pié a que suceda,  ¿no creen?
A mí me da risa la gente que te cuenta algo y luego te aclara, -"por favor no se lo vayas a decir a nadie,  que solo tu y yo lo sabemos"-,  yo me pregunto,  si esto era algo tan secreto y tan incontable,  ¿para qué lo cuentan?.    Yo creo que más bien,  cuando alguien cuenta algo que supuestamente es "incontable" está pidiendo a gritos que las demás gentes se enteren,  ¿sí o no?
Ahora bien,  el chismoso puede ser de diferentes maneras,  simplemente una persona "comunicativa",  o sea,  alguien que sabes que siempre anda contando las historias de las cuales se entera y,  otra  que  ya es caso aparte y es el que inventa cosas como si le constaran.  Se podría decir que una sub-clasificación de esta segunda es el yucateco, que no es que invente detalles,  sino que le da por agrandarlos,  exagerarlos y adornarlos.  ¿Cuántas veces hemos oído pasar de boca en boca de los yucatecos un chisme como "teléfono-descompuesto";  nos enteramos que un fulano se compró una casa en $1,000,000.00, porque somos la novena persona en recolectar el chisme,  cuando la realidad es que la casa le costó $200,000.00 pero los 8 anteriores le fueron aumentando cada uno una cantidad mayor,  para darle "adorno" a la historia.   Es clásico del yucateco el ir exagerando los cuentos,  en cantidad,  en tiempo y en sabor.
Un renglón aparte, merecen las personas especialistas en contar chismes trágicos, en los momentos menos adecuados,  por ejemplo,  cuando estamos en un "baby shower",  lleno de embarazadas a punto de parir,  no falta la abusada que empieza a contar sobre alguna amiga que en el momento del parto sufrió alguna tragedia,  ya sea ella o  el recién nacido,  ¿a poco no?   O la que, cuando se entera que te vas a ir a algún viaje,  platica de alguna conocida que murió con toda su familia en un accidente aéreo... si de que los hay,  los hay.    Hasta para contar chismes hay que tener cierto tacto.
Yo creo que hasta existe  gente profesional del chisme,  ¡me encantan!,  si yo quiero que algún comentario llegue a oídos de cierta persona pero no me atrevo a decírselo personalmente, pues busco a las "personas clave" que sé que van a hacer llegar ese comentario a su destino,  claro, siempre diciéndoles el famoso -"no se lo vayas a decir a nadie"-, para asegurarnos que se lo dirá a todo el mundo, ¡fantástico!
¿No les ha pasado que a veces su pareja se entera de que van a asistir a alguna fiesta o al cine antes que ustedes logren decírselo?  Sucede a menudo porque siempre hay gente que cuando te la encuentras por casualidad, te pone al tanto de los últimos sucesos acontecidos. Hay gente a la que le encanta ser la portadora de noticias trágicas, algún choque o muerte, aunque no sea de alguien cercano, con  ganar la primicia son felices.  Los que gozan oyendo y repitiendo los chismes de la farándula,  que si Gloria Trevi,  que si  Paco Stanley,  que el caso fulano-mengano, etc.
Ahora bien,  también existe una clase de chismes y comentarios geniales,  que quisiéramos tener el valor necesario para decirle a la persona, ¡eso no me lo sigas contando por favor!, ¡no quiero enterarme!,  por ejemplo, cuando en medio de alguna plática,   generalmente en la mesa,  alguien nos empieza a contar que tiene diarrea y que ha ido al baño no menos de 25 veces, etc. y comienza a darnos detalles de la consistencia, etc. etc.,  o cuando alguien empieza a contarnos la enfermedad de su abuelita o sus actividades durante todo el día, detalladamente y con horarios especificados.   O cuando tu suegra ya te contó la misma historia varias veces y tú sutilmente le dices -"ah si, ya me había contado eso"-, pero ella sigue hasta el final.
Para el chisme, el yucateco se pinta solo.  Le gusta agrandar, agregar, exagerar, modificar y ensalzar las historias y sus favoritas son las relacionadas con el "pecado".  Cuando se enteran de algún adulterio o de alguien que "se comió la torta" gozan y no pueden esperar a marcar el teléfono de cualquiera para contarlo.  El chisme comienza desde que son niños y aunque exista el dilema de conocer si el hombre o la mujer es el más chismoso, yo creo que es una actitud diferente.  A los hombres les encanta enterarse de las historias, y si no, solamente visiten alguno de los cafés concurridos por decenas de señores en nuestra ciudad.  Peeeero las mujeres tenemos la particularidad de ser crueles y despiadadas,  de destrozar con la lengua; y digo que el chisme comienza desde la infancia porque oigo las historias que cuentan mis hijos y escucho hablar a sus amiguitas, ¡brutales!, es más, hace algún tiempo, a mi hijo de 7 años le llamó una amiguita de su salón para preguntarle si era cierto que  era novio de otra compañera, ¡solo por el placer de saber el chisme!,  en fin, los yucatecos, niños o adultos son sensacionales en este aspecto y como dije anteriormente, aunque muchos lo nieguen y quieran darse importancia, cuando oigas a alguien  diciendo -"a mí no me gusta el chisme"-, ¡miente! porque a todos nos encanta.